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sábado, 19 de septiembre de 2015

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El éxodo del sismo y el ‘Haz patria, mata un chilango’

Anon Hispano - 1:00 p.m.
El terremoto de 1985 en la Ciudad de México dejó una huella imborrable para todo el país. Aquel 19 de septiembre marcó un antes y un después de una sociedad que perdió la capacidad de asombro sobre las tragedias y amplió su panorama ante la adversidad.



Marcó también un éxodo, a veces voluntario, a veces no tanto, de capitalinos. Huyendo de la tragedia, sin lugar dónde vivir o como parte del plan de descentralización que empezó el gobierno federal meses después, los capitalinos se mudaron a los estados, alterando la vida y el ritmo local, y generando una animadversión que, muy al estilo mexicano, se resumió en una sola frase: “Haz patria, mata un chilango”.

Los destinos más recurrentes fueron los estados del norte y Jalisco. Fue justo en Sonora donde el rechazo empezó a tomar mayor fuerza, donde los “locales” sintieron que esos chilangos altaneros y prepotentes sólo llegaban a quitarles el trabajo.

Sin embargo no fue sólo el sismo lo que movió a la gente a cambiar su lugar de residencia, el censo realizado en 1990 demostró que el terremoto sólo fue un pretexto para huir de la crisis económica, así lo señaló el demógrafo Carlos Welti.

“La idea aparente era averiguar si el sismo de 1985 había intensificado los flujos migratorios. En realidad se buscaba un dato que maquillara la razón de fondo: la crisis económica. Es muy fácil decir que un sismo hace que la gente se mueva. Pero no fue el sismo. Fue la crisis. Los chilangos migraban buscando trabajo”, publicó en un artículo que se puede leer en chilango.com.

Sin embargo, la versión oficial, según el académico José Manuel Valenzuela en su ensayo: “Nuestros piensos”, relata que “Haz patria, mata a un chilango” se inició como una censura a la “cultura capitalina” cuando algunos niños de la escuela Benito Juárez, en Hermosillo, Sonora, mataron a golpes al pequeño oriundo del Distrito Federal, Juan Israel Bucio Venegas: “Fue inútil querer corroborarlo en la hemeroteca tras agotar los registros, queda claro que los periódicos de este año prefirieron hablar del mundial de futbol, no de un infanticidio ni de la xenofobia, no de las consecuencias de la crisis”.

El repudio para los chilangos es provocado por distintos prejuicios, según Manuel Valenzuela, director del Colegio de la Frontera Norte: ¿En que se parece un chilango buena onda a Santa Claus? Pues en que ninguno de los dos existen, dice un chiste bajacaliforniano. Piezas parecidas pueden escucharse en todas partes y fortalecen el estereotipo del chilango: altanero, arrogante, con presunciones de sabelotodo, servil con los de arriba e indolente con los de abajo”.

Pese al dolor con el que carga la sociedad mexicana por los atroces resultados del sismo, “Haz patria, mata a un chilango” se envuelve entre la intolerancia y el desencuentro cultural que aún prevalece en varios estados del país, donde ser capitalino es un defecto que marca el comportamiento del mexicano contra su compatriota sin darle la oportunidad de una convivencia sana como lo señala el psicólogo regiomontano, Gerardo Rodríguez.

“El antichilanguismo es un problema de prejuicio y discriminación hacia cualquier sector geográfico poblacional. Y como ejemplo las diferencias que existen entre regios y jalisciences, tijuanenses y mexicalenses, los de juaritos y los chihuahuitas, obregonenses y hermosillenses”.

Fuente: Zócalo
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