Santiago. La Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya fijó los límites oceánicos entre Perú y Chile y decidió una distribución equitativa –aunque no igual, advierte– de las aguas en disputa manteniendo un ojo en la pesca y conservando el punto de la costa que marca la frontera oceánica y terrestre común.
En lo que Chile reconoce un éxito, se mantiene la frontera actual en 80 millas y luego aplica una línea equidistante hasta las 200 millas en dirección suroeste, lo que dio la razón parcial a Lima, pero siguiendo en líneas generales la delimitación de mar territorial de cada país. Los detalles menores deben ser fijados por los gobiernos respectivos.
En Santiago, se dijo que “el fallo no es tan malo” pues otorgó a cada a Estado sus principales lugares de pesca, que era el tema de fondo. Especialmente las primeras 20 millas, aunque a partir de las 80 millas –el gobierno actual se conformaba con 60–, se concentra la gran masa de captura. Pero, al aplicarse la equidistancia perdió mar abierto, unas 19 mil millas, lo que no está determinado en detalle.
El representante peruano Alan Wagner fue el primerto en hablar y lo hizo muy serio y habló de todo, especialmente agradecimientos surtidos, pero evitando hablar del fallo, que desechó la solicitud de Lima de cambiar hacia el sur el punto de arranque de la frontera en el agitado Pacífico. Destaco más que nada, “la unidad nacional”. Agregó que el fallo en sí quedaba en manos de Ollanta Humala.
A su vez el representante chileno, Alberto van Klaveren, leyó una declaración escrita y dijo que el dictamen es vinculante y debe ser cumplido, pero aún hay que aclararlo a fondo. Destacó sin embargo el reconocimiento al Hito Uno de la costa lo que “salvanguarda” derechos “esenciales” especialmente de Artica e Iquique. Pero, lamentó que más haya de las 80 millas de la costa, se aceptó en parte la tesis peruana.
En concreto, 14 jueces permanentes y dos magistrados consultores fijaron el límite marítimo entre Chile y Perú hasta las 200 millas marítimas, porque dijeron que esta frontera oceánica solamente llegaba a las 80 millas.
En un fracasado intento por crear expectación en ambos países, y en el colmo de la teatralidad, la televisión pública local puso un inédito marcador registrando los segundos que faltaban para darse a conocerse este fallo, mientras que se mostrabva que en Lima se había logrado juntar unas 50 personas frente a una pantalla gigante.
El tema de fondo es la pesca y el ecosistema de la cambiante corriente de Humboldt y la no cumplida preservación de los recursos marinos, por lo que diversos tratados involucraron a Ecuador.
Son documentos que dejan excluídos sin discusión y no tocan para nada los mucho más sensibles límites terrestres, acordados hace mas de 80 años que les hace intocables de acuerdo al derecho internacional vigente. En todo caso, para la época, la preocupación principal era la caza de ballenas y los problemas planteados por algunas potencias asiáticas y Grecia por el magnate Aristóteles Onassis al respecto, hoy capturas eliminadas por ambos países.
El fallo lo leyó Peter Tomka, en inglés (idioma oficial del tribunal junto al francés), mientras que se espera que sea este el último coletazo de la Guerra del Pacífico (1879-1884), aunque no incluye a Bolivia que sigue manteniendo su reclamación de salida al Pacífico.
Mientras en las ciudades fronterizas de Tacna y Arica la gente estaba tranquila en general, los pescadores artesanales ariqueños aprovecharon para protestar que el gobierno los tiene abandonados, en algo que poco o nada tiene que ver con el tema en La Haya.
Chile sostenía hasta ahora que había límite y Perú que no, exigiendo un triangulo de océano hasta llegar a las 200 millas marinas. La Corte declaró que un primer acuerdo de 1947, no era una frontera en si misma, sino un inicio para la preparación de un pacto final.
En 1952, 1854 y 1955, hubo otros tratados que no fijaron límites marítimos laterales específicos concretos, porque principalmente aplicaba las 200 millas marítimas (algo difícil de proyectar dado lo quebrado del litoral) y no dio la razón a Santiago en algunos temas menores pero sí en otros más de fondo, especialmente uno de carácter tanto expreso como tácito sobre la existencia de una frontera marítima difusa pero respetada, en una costa caracterizada por sus abruptos cambios que dificultan la aplicación de líneas claras en profundidad),
Pero este límite si fue aplicable para temas determinadas como una colocación de faros, lo que hicieron ambos países en 1968 y 1969. La Corte, sin embargo, dijo que era un límite que era claro solo hasta unas 80 millas y no hasta las 200.
El ex canciller Juan Gabriel Valdés dijo que a Santiago se le dio la razón en cuestiones fundamentales como que si existía un límite oceánico, pero que nunca se extendió a las 200 millas sino hasta las 80 millas naúticas.
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