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viernes, 16 de enero de 2015

Identifican con ADN los restos de dos estudiantes asesinadas en #Juárez

Anon Hispano - 2:30 p.m.
La esperanza de encontrar con vida a sus hijas reportadas como desaparecidas está terminando para dos familias.


Lilia Berenice Esquinca Ortiz

El laboratorio Bode Technology de los Estados Unidos está entregando a cuenta gotas los resultados de los análisis de 87 piezas óseas localizadas en el arroyo El Navajo, situado en la sierra de San Agustín, considerado el mayor cementerio clandestino de mujeres víctimas de feminicidio al norte del país.

Las dos víctimas recientes fueron identificadas como Lidia Ramos Mancha, estudiante universitaria desaparecida desde el 2008, y la estadounidense Lilia Berenice Esquinca Ortiz.

La primera de ellas fue entregada el sábado pasado y la segunda víctima apenas fue entregada ayer a su madre Lilia Ortiz, quien pidió el traslado de los restos óseos a la ciudad de El Paso, Texas, donde nació su hija, confirmó Manuel Torres, vocero de la Fiscalía Especializada en Atención a Mujeres Víctimas del Delito por Razones de Género (FEM).

El portavoz dijo que los resultados de los exámenes de ADN no se hacen públicos por respeto a las familias de las víctimas.

Sin embargo, confirmó que dos de las mujeres ya fueron identificadas y es posible que surjan nuevas víctimas, como lo advirtió desde el pasado mes de septiembre Ernesto Jáuregui Venegas, titular de la FEM.

Estos restos óseos fueron localizados durante los diversos rastreos realizados dentro del periodo comprendido de enero del 2012 hasta marzo del 2013. Los huesos fueron enviados al laboratorio estadounidense Bode Techology y se espera que en los próximos días lleguen más resultados.

Una vez que la FEM tenga conocimiento de los mismos, el protocolo establece que procede la notificación a las familias de las víctimas y luego la entrega de los restos óseos.

Es decisión de los deudos decidir si estos resultados se hacen públicos, ya que si ellos solicitan la discrecionalidad del manejo de información a los medios de comunicación se respeta su postura.
Por el caso de las jovencitas victimadas en El Navajo existen tres procesos legales.

Uno de ellos está contenido en la causa 1268/13 en contra de César Félix Romero Esparza, Manuel Vital Anguiano, José Gerardo Puentes Alba, Édgar Jesús Regalado Villa, Camilo del Real Buendía, Jesús Hernández Martínez y José Antonio Contreras Terrazas por los delitos de homicidio y trata.

El grupo es acusado de asesinar y prostituir a 11 mujeres cuyos cadáveres fueron localizados en el arroyo El Navajo, de Práxedes G. Guerrero, en enero del 2012.

En ese mismo sitio fueron localizadas las dos estudiantes universitarias Monica Janeth Alanís Esparza desaparecida en el 2009, Lidia Ramos Mancha, en el 2008 y Berenice Esquinca, en el 2010.
Quién es Lidia Ramos Mancha

Lidia era estudiante del Instituto de Ciencias Biomédicas (ICB) de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ). Tenía 17 años y desapareció el primero de diciembre del 2008.

Ese día salió de su casa, ubicada en la calle Ajusto de la colonia Adolfo López Mateos, a las 10 de la mañana y en la esquina de la primera cuadra abordaría un camión de la ruta L-2 que la llevaría hasta la calle Velarde, donde tomaría otro camión de la ruta Circunvalación, para dirigirse al ICB.

A la joven le urgía conocer los resultados de las calificaciones obtenidas en los exámenes que presentó días atrás.

Luego de varios meses transcurridos, María Dolores explicó que tiene serias dudas en torno a Alejandro, un joven de 21 años, quien fue novio de su hija.

Tanto la madre como la abuela de Lidia creen que él sabe de su paradero, porque existe un testigo que vio a la joven al siguiente día de su desaparición por San Lorenzo.

Afirmó que el testigo se presentó a declarar ante las autoridades investigadoras y poco después fue amenazado de muerte, lo que para ambas mujeres es otro motivo para dudar de Alejandro, quien también fue llamado a declaración.

La menor medía 1.60 metros aproximadamente, era de tez morena clara, de cejas depiladas, de cabello castaño rizado hasta los hombros y como seña particular tenía dos lunares en el cuello.

Al momento de su desaparición vestía una chamarra color café con capucha, un pantalón de mezclilla azul, tenis Vans color negro con blanco y rojo, y una bolsa tipo morral.

Con información de El Diario de Chihuahua
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AP