Hay chilangos que prefieren renunciar a su trabajo que perderse el Mundial Brasil 2014.
Desde agosto del año pasado, Julián Macías y Mónica Manzano decidieron viajar a ese país para presenciar los partidos de la selección mexicana, por lo que recortaron sus gastos a 50 por ciento.
La pareja de novios compró boletos de avión en 21 mil pesos, con escalas en Charlotte, Carolina del Norte, ya que era la única conexión para llegar a Río de Janeiro. Después llegaron a Racife, sin ticket de regreso.
En estos 10 meses se privaron de ropa y salidas; hace siete días, con 90 mil pesos, los jóvenes de 25 años viajaron sin reserva de hospedaje; se lanzaron a la aventura.
Ambos tenían un trabajo estable. Julián en una empresa de seguros y Mónica en una agencia de publicidad, de las cuales no quisieron mencionar el nombre.
Cuentan que renunciaron porque no les dieron las facilidades para faltar los 21 días que durará su travesía. "Pedimos vacaciones y no las autorizaron, menos un permiso para faltar casi 17 días... ya teníamos los boletos, los planes, no hubo de otra más que renunciar... ya cuando regresemos buscaremos algo".
Los boletos para los partidos de la selección de México los compraron en la última fase de ventas, por ello solo consiguieron para los encuentros contra Camerún y Croacia, pero aseguran que entrarán al de Brasil.
"Hay mexicanos de todas partes, muchos del Distrito Federal y demasiados que vienen desde Estados Unidos, pero el ambiente es muy divertido, increíble, conoces a mucha gente que, como nosotros, su vida es el futbol".
El hospedaje no se les ha complicando mucho en Río, ya que hay varios mexicanos que van en las mismas condiciones, así que se juntan para rentar cuartos.
"Los brasileños aprovechan para rentar sus casas vacías o cuartos, te dan colchonetas y mínimo puedes dormir; en realidad es para lo único que lo necesitas, y para bañarte".
La favela de Cantalago, famosa por la delincuencia, fue uno de los refugios para este par. Afirman que no es tan peligroso como lo pintan. "Un amigo me dijo que me aventara un '¡Viva México, cabrones!' y que luego me agachara para esquivar el balazo, pero mejor no lo hice, para qué nos arriesgamos".
En este viaje, ella de Iztapalapa y él de Álvaro Obregón, buscan a sus paisanos y conocen sus historias. En el Cristo de Sao Paulo platicaron con Juan Carlos Aguirre, también de la Ciudad de México, a quien su pasión por el futbol lo llevó a vender sus pertenencias: carro, Xbox, celular y muebles; vendió todo para ir a la Copa del mundo.
Y no solo eso, quien era su novia no estuvo de acuerdo con su plan para llegar a tierras cariocas, por lo que decidió terminar con él.
Juan Carlos tiene la esperanza de que solo haya sido el enojo del momento. Es así como Mónica y Julián regresarán el 27 de junio, sin empleo, sin ahorros, pero con la experiencia de haber vivido la Copa Mundial Brasil 2014.