En un recorrido se observó que en correspondencias como La Raza, alrededor de 15 comerciantes colocaron su mercancía en el suelo, obstaculizando el paso de los usuarios, y ante la presencia de uniformados, que incluso platicaban con ellos.
Dicha colusión llevó a las autoridades del organismo a incorporar a 250 elementos de la Policía Bancaria e Industrial (PBI) y sumar mil 200 en los siguientes meses para sustituir a los vigilantes del Metro.
El pasado lunes, el director del Sistema de Transporte Colectivo, Joel Ortega, señaló que impedir el paso en torniquetes a vagoneros y bocineros, y retirarlos de trenes y andenes, es parte de los 11 compromisos asumidos para mejorar el servicio, con miras a ajustar la tarifa de 2 a 5 pesos.
Los bocineros sin embargo accedieron a las estaciones Aragón, donde se concentra a diario un grupo de 10; Pantitlán, Pino Suárez, Hidalgo y Balderas, entre otras, sin ningún problema, al igual que los vagoneros, personas que tocan el acordeón y faquires.
Pese a que los vendedores ambulantes son el segunda aspecto que más molesta a los usuarios después de la saturación de vagones, aquellos son intocables, pues los policías no los retiran y hasta son sus amigos, mientras nosotros tenemos que soportar en el trayecto de una estación a otra música a todo volumen y venta de muchos productos, señalaron algunos entrevistados.
Otros usuarios señalaron que deben “aguantar a los faquires, quienes se han apropiado de la estación La Raza, donde con sus mujeres e hijos ingresan a los vagones a tirarse sobre vidrios y pedir monedas, muchas veces en forma amenazante, por lo que la mayoría les damos algo para que no nos vayan agredir”.
Sin embargo, el compromiso de las autoridades del Metro de retirar a estos grupos no se ha cumplido.
